viernes, 16 de enero de 2009

"Vine a Comala...


...porque me dijeron que a acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo".

Acabo de leer esta historia, que es una de las más extrañas que he tenido la oportunidad de conocer. Después de el tercer intento por leer la obra maestra de Juan Rulfo, por fin conseguí terminarlo.

 Es un libro lleno de misticismo en un Universo creado por el autor que tiene vestigios de cualquier pueblo de mi país. Hasta me dan ganas de visitar Comala en el estado de Colima.

Es una historia demasiado sofisticada y oscura, si alguien conoce de video-juegos encontrará en Comala un universo muy parecido a Silent-Hill solo que en versión muy mexicana y original. Opino que debería de ser un clásico para el Día de Muertos en México.

Es tanto el misticismo de esta obra que no pude dormir esta noche, sobretodo porque, mientras terminaba de leerlo en un autobús a las 10 de la noche, un individuo se paró frente a mí, vio lo que estaba leyendo y me dijo "busco a un tal Pedro Páramo" me sonrió y siguió su camino hacia el fondo del autobús. 
Ya no lo volví a ver después, como si hubiera sido un personaje de Juan Rulfo.

Quien haya leido "Pedro Páramo" podrá entender la sensación que me produjo.

sábado, 13 de diciembre de 2008

La debilidad esta en la mente. (El formidable caso del Señor C)


Uno de las más duros golpes a la soberbia humana fué sin duda "El origen de las especies" de Charles Darwin. En donde magistralmente se explica que, si un individuo tiene una característica que lo haga adaptarse mejor al medio que lo rodea; éste tendrá mayores probabilidades de sobrevivir en ese medio y heredarlo a sus descendientes.
En el caso del homo sapiens, nuestra inteligencia ha sido la mayor adaptación al medio que ha existido y eso nos coloca en una pocisión que mucho biólogos considerarían como una plaga; pero eso es otra historia.

Ya dentro de la sociedad, las mismas leyes Darwinianas se aplican; no importa si uno es diabético o débil físicamente, si se tienen habilidades sociales se puede tener éxito.

He tenido el placer de conocer a un personaje que nombraré como el Señor C.

Trabajé con él durante 4 años, tiene aprox 60 años de edad aunque oficialmente es de cincuenta y tantos, en su juventud realizó un viaje a centroamérica, me contó miles anécdotas que bien podrían ser fantásticas pero yo las tomo como realidad; trabajó en un barco como cocinero, como profesor de biología particular de preparatoria, como químico analista, cada año va al mar a pescar, aficionado al son cubanoa y a la lectura, que tenía que invertir 6 horas diarias tan solo para desplazarse del trabajo a su casa y visceversa.

Chicharachero cuya debilidad ha sido tanto la cerveza como las mujeres; muchas veces a sido ventajoso, dice mentiras, y hace trampa cuando lo considera oportuno, siempre me ha hecho pensar como alguien tan culto podía comportarse de manera tan vulgar. Una idea que de solo recordarla me divierte muchísimo.

Pues el Señor C para mí, aunado a que siento una gran admiración por él, me parece como un personaje salido de cualquier historia de Gabriel García Marquez, como un José Arcadio Buendía o un Florentino Ariza de la vida real. Un perfecto ejemplo de la adaptación al medio social que vivimos y que nos cuesta a algunos tanto trabajo sobrellevar.

Ahora que el Señor C tiene su negocio propio, que tiene que estar más tiempo en su casa, me platica que hasta se siente mal. Mi explicación es que siendo él un hambriento de la vida, por este momento tiene que estar a dieta; pero sé que solo será temporal.

Este hombre me convence que es gran parte una cuestión mental, el querer hacer las cosas, obtener el impulso para obtener algo y que se puede lograr algo si uno no le teme a las situaciones. Porque he de mencionar que durante muchos años el Señor C ha tenido que vivir en muletas por carecer de una pierna y eso le ha costado varios motes por parte de sus amigos (porque enemigos no le conocí ninguno) pero él esta tan bien adaptado al medio que hasta tiene el descaro de burlarse de sí mismo y tener la autosuficiencia de conducirse sin quejarse en ningún momento de su condición porque no vive de la lástima de nadie. Solo recuerdo las limitaciones físicas que tiene para convencerme que todo es cuestión de la actitud.

Un saludo y un abrazo para el señor C, a quien no me cansaré de pedirle que algún día escriba las memorias de sus aventuras y más gente disfrute de sus experiencias como a mí me hizo disfrutarlas con su charla.

domingo, 23 de noviembre de 2008

¿Y la crisis?


Luego de reirme un rato en la entrada What crisis? , uno se da cuenta que la vida sigue su curso.

Sabemos que esta crisis es pura especulación y aún con ella seguiremos estirando la liga del capitalismo hasta que de verdad le toque el momemto de reventar. Se seguirá vendiendo y se seguirá comprando.

Bien dicen que uno se puede dar cuenta de que hay recesión económica cuando vemos que nuestro vecino ha perdido el trabajo, y la diferenciamos muy claro de una crisis cuando el que pierde el trabajo es uno mismo.

Esta semana me toca despedirme de mi empleo y, a diferencia de lo que se pueda pensar, no estoy al borde de la paranoia pues estoy bastante tranquilo porque ya sabía que esto iba a ocurrir desde hace como 2 años. Lo que me preocupaba es que ya se estaban tardando para darle el tiro de gracia.

A partir de ese aviso del cierre de la planta, como una empresa responsable transnacional, empezaron a darnos cursos de cómo buscar empleo, como trabajar en equipo y una sarta de chucherías psicológicas que, ahora que me doy cuenta, veo que han resultado; no porque ya haya encontrado un nuevo empleo, sino porque no me siento triste por perder el que hasta ahora conservaba.

Tomándolo lo más maduramente posible, en el Laboratorio hasta hemos implementado una cuenta regresiva en la pizarra de avisos como si fuera el despegue de un transbordador espacial (ver la foto de mi cel). Bien lo decía un antigûo amigo del trabajo: "Cuando la vida sientas que te da la espalda, aprovéchate y agarrale las nalgas". Un poco vulgar pero le sienta bien a las circunstancias.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

El camino que sigue la nostalgia


Se ha especulado mucho sobre la posibilidad de viajar en el tiempo, se han escrito grandes historias de ciencia ficción y es tema recurrente en la fantasía de todos los seres humanos. Pero no hay nada contundente acerca de la verdadera posibilidad de estar presentes en carne y hueso en una época que ya haya transcurrido, ni siquiera un segundo hacia atrás.

Todo indica que nunca lo lograremos porque hasta esta fecha no hemos recibido (al menos de manera oficial) la visita de un viajero del futuro, y en caso de que la humanidad lo logre algún día no faltará el loco que intente cambiar el curso de la historia haciendo la vida nuevamente totalmente impredecible (para los que hayan visto la película "The butterfly effect" sabrán a lo que me refiero) o peor aún: un psicópata con mucha curiosidad podría viajar al pasado para matar a sus abuelos solo para ver que sucede con él en el futuro; una ironía del tiempo de acuerdo con los expertos.

Pero tenemos dentro de nosotros una poderosa arma que es el recuerdo; la capacidad de recrear en nuestra mente una vivencia remota. Recordar es algo natural en los seres vivos, sirve para la supervivencia pero particularmente en los humanos (de los otros seres no lo sé porque no recuerdo haber sido un gato o una zanahoria) nos hace volver a experimentar sensaciones y emociones vividas. La nostalgia es el deseo de realizar ese viaje a través del tiempo.

Gracias a la nostalgia he podido regresar de nuevo a la primaria, a mi prepa, a mi universidad; me he vuelto a encontrar a mis viejos amigos, he vuelto a conocer a mi esposa y también a mis viejas alegrías así como mis antiguos dolores.

Estoy cerca de despedirme de un grupo de amigos que difícilmente los veré nuevamente juntos en el futuro, sé que los extrañaré ya que no es fácil dejar un grupo en donde uno pertenece y se siente tan identificado.
Es una nueva parada en el camino de mi historia personal pero prometo regresar através del camino del recuerdo utilizando la nostalgía para poder llegar hasta aquí.

viernes, 7 de noviembre de 2008

La probabilidad en el universo

Al igual que muchas personas, cuando mi mente tiene oportunidad de pensar libremente surgen los cuestionamientos filosóficos como:

¿qué es la vida?

¿para qué es la vida?

¿cual es nuestra misión aquí?

¿quien se encargó de poner las cosas en orden?

¿existe ese alguien? y cosas por el estilo.


Inconcientemente me surgen estos pensamientos también cuando observo el océano en la playa o ariba de un avión, o en una noche clara cuando brillan las estrellas (algo poco probable en la Cd de México).

Los dos más grandes puntos de vista que explican estas preguntas son: la religión y la ciencia.

Se tiene la idea generalizada de que estos dos rubro estan diametralmente opuestos en sus conclusiones y siempre se ha mencionado que una se encarga siempre de contradecir a la otra.

Pero hay que decir que ambas tienen una base común y esta base tiene que ver con la Filosofía.

Ya que toda conclusión mostrada en las religiones tiene una base filosófica (teología, metafísica) y toda interpretación de los resultados experimentales en la ciencia utilizan principios filosóficos de interpretación (entología, lógica y gnoseológica).

Como un ejemplo en la ciencia: nunca se ha podido tener una imagen clara de que la materia este formada por unas pequeñas partículas llamadas moléculas y estas a su vez estan formadas por partículas más pequeñas llamadas átomos. Nunca hemos "visto" los protones o un electrones que lo componen. Sin embargo, decimos que toda la materia esta formada por esas pequeñas partículas porque esa es la interpretación que le damos a los resultados de todos lo experimentos.
El desarrollo de la ciencia ha llegado a un punto en donde los resultados experimentales nos hacen cuestionar acerca incluso de lo que es la realidad.

De acuerdo con las teorías cuántico-relativistas de la naturaleza del universo, al parecer nos encontramos en un universo que es muy poco probable de que exista con las leyes naturales que lo caracterizan, pero donde es posible la vida.

De acuerdo con esta idea, todos los universos posibles "coexisten" y nosotros nos percatamos de este, que es menos probable, porque un universo como el nuestro es posible sostener la vida y crear seres que son capaces de preguntarse:

¿qué es la vida?
¿para qué es la vida?
¿cual es nuestra misión aquí?
¿quien se encargó de poner las cosas en orden?
¿existe ese alguien?

Esta idea (filosófica) se le llama "principio antrópico", es decir, el universo existe para que nosotros lo podamos observar.
La ciencia se encuentra más cerca de la religión que nunca.
Es bonito vivir en un universo que es poco probable.
como dice Jaime Sabines: "que Dios bendiga a Dios".

viernes, 31 de octubre de 2008

La muerte tiene quien le escriba


Hace un par de años mi sobrina, en aquel entonces de 10 años, me preguntó: ¿Por qué existe la muerte? ¿ por qué la gente tiene que morir?


Mi sobrina en ese momento proyectó uno de los enigmas más grandes que ha tenido la humanidad, incluso antes de que fuera considerada como humanidad. Es curiosos que algo tan común en la naturaleza nos afecte a tal grado como la muerte porque, al parecer, la gran mayoría de los seres humanos nos cuesta trabajo aceptar su implacable paso por la Tierra. Va mucho más allá del saber que la persona que muere no la volveremos a ver nunca; yo he conocido a gente que estimo y que quiero que sé que no la volveré a ver jamás, y no tengo la sensación que da cuando alguien fallece. Lo que creo es que, como dice Mecano en una canción, "el que se muere, no vive más" y es nuestro instinto de supervivencia es el que nos hace intentar pelear contra ella en todo momento. No queremos que nadie muera y consideramos que el peor castigo que se le puede dar a una persona es la muerte.


Debo reconocer que la Muerte despierta en nosotros la mayor de las manifestaciones de fé que existen: es la idea de que existe el espiritu o alma al igual que otra dimensión a la que llegamos una vez que terminan nuestros días en este mundo.

De ahí surgen ritos y costumbres que llegan a ser hermosos y llenos de espiritualidad como lo es poner ofrendas con flores y comida a los difuntos los primeros dos días de noviembre, es una de las cosas que más me enorgullecen y arraigan en mi país.

He vivido la muerte de dos maneras: la primera y más dura de mi padre, que por circunstancias de la vida no estuve en su sepelio y no tuve la oprotunidad de despedirme de él, y el luto se mantuvo conmigo durante más de 7 años hasta que una mano divina me llevó casi a ciegas hasta su tumba y por fin; creo yo, pudimos descansar ambos.

La segunda de mi abuela, quien duró muchos años enferma, pero cuando la ví por última vez en su ultimo cumpleaños ambos supimos, sin decirlo, que ya no me vería más. Cuando supe que falleció no lo pensé, fui a despedirme y verla por última vez.

A ambos los extraño, pero sé que vienen cada año a visitarme, aunque a veces pienso que vienen más seguido. No pongo en la ofrenda exactamente lo que les gustaba pero siento que el olor de las flores y el incienso (este año intentaré poner copal) los dejan más que satisfechos.


No pensé mucho en la respuesta que di, de hecho traté de liberarme de cualquier resquicio de fé, porque he visto que la fé de unos confunde a otros y no quería dejar confundida a mi sobrina.

Le dije que la muerte es una de las leyes de la vida y la naturaleza que permite que todos los seres pasemos por este mundo. Si no existiera la muerte, nos acumularíamos tanto; que tendrían que haber dejado de haber nacimientos desde hace mucho y tal vez ni ella ni yo podríamos haber existido en esta Tierra para podernos preguntar la finalidad de la Muerte.


No me arrepiento de mi respuesta.

lunes, 27 de octubre de 2008

Soñé que volaba

Los sueños, según explican los expertos, son experiencias que se inventa el cerebro para entrenarnos ante situaciones poco comunes pero que considera nuestro subconsciente que podrían ser factibles.
Tengo la extraña sensación, de que cuando era niño, tenía la maravillosa capacidad de poder correr y dar una zancada enorme de varios metros. Podía volar, despegarme unos centímetros del suelo durante varios segundos. Lo tengo como un recuerdo vívido, como mi primer día en que fui al kinder, pero la maldita lógica me hace querer pensar que solo fue un sueño que tenía repetidamente y dejó de suceder cuando mi mente se convenció de que era imposible hacerlo.

Hay sueños raros (como el de mi esposa) que hace poco soñó que no podía dormir; hasta que sonó el despertador y se dio cuenta que le costó un poco de trabajo tener que despertarse de ese sueño.
Pero apenas me hicieron recapacitar en uno de los sueños más grandes que he tenido en la actualidad: Poder escribir un libro y planeo lograrlo. Esta es una muy buena forma de comenzarlo, porque los sueños son factibles para que se materialicen.
En mi realidad personal yo sabía cómo volar (no en sentido figurado), solo que a estas alturas de la vida he olvidado cómo hacerlo. No me entristece esa idea, me da mucho gusto haberlo hecho en alguna etapa de mi vida como sé que en otra etapa futura podré escribir mi libro.